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Cómo elegir la mejor técnica de construcción según tu terreno

Antes de empezar a construir, conocer bien el terreno es clave. No todos los suelos son iguales y, dependiendo de sus características, necesitarás técnicas distintas para asegurar una construcción sólida y duradera.

Conoce tu terreno antes de construir

El primer paso (y el más importante) es realizar un estudio geotécnico. Este análisis es una especie de radiografía del terreno y te indica con detalle qué tipo de suelo tienes, qué capacidad de carga posee y si existen factores que podrían complicar la construcción, como agua subterránea o inestabilidad.

El estudio geotécnico no solo te dice qué tipo de suelo tienes, sino también cuánto peso puede soportar sin riesgo de hundimiento o desplazamientos. Además, detecta si el nivel freático (la presencia de agua bajo tierra) es alto, lo cual influye en las técnicas y materiales que debes usar para proteger la estructura.

Sin este paso, construir es como caminar a ciegas: puedes tener suerte, pero también estar condenando tu obra a problemas futuros.

Técnicas según tipo de suelo

  • Terreno firme y estable: Si tienes un suelo compacto, bien drenado y con buena capacidad portante, la construcción tradicional suele ser la más indicada. En estos casos, cimentaciones con zapatas aisladas o corridas sobre el terreno funcionan perfectamente. Esto quiere decir que puedes optar por estructuras de hormigón armado, ladrillo, bloque o madera sin preocuparte demasiado por movimientos o asentamientos.
  • Suelos arenosos o sueltos: Los suelos arenosos, al no ser cohesivos, pueden ceder bajo el peso de la construcción, por lo que requieren cimentaciones más reforzadas. Aquí entran en juego los pilotes o micropilotes, que son como columnas que se introducen en el suelo hasta alcanzar capas más firmes, transmitiendo la carga de la estructura hacia abajo. También es habitual el uso de losas de cimentación que reparten uniformemente el peso para evitar hundimientos. Además, es imprescindible un buen sistema de drenaje para evitar acumulaciones de agua que puedan desestabilizar el terreno.
  • Suelos arcillosos o expansivos: La arcilla es famosa por su capacidad para hincharse cuando absorbe agua y contraerse cuando se seca, lo que provoca movimientos en la cimentación que pueden traducirse en grietas y daños estructurales. Para estos suelos, se recomiendan cimentaciones flotantes que “floten” sobre el terreno y pilotes profundos que eviten el contacto directo con la arcilla. También es clave instalar sistemas de drenaje perimetral para controlar la humedad alrededor del edificio y reducir al máximo estos movimientos.
  • Terrenos rocosos o con pendiente: Construir sobre roca tiene la ventaja de contar con un suelo muy firme, pero presenta desafíos en la excavación y nivelación, que pueden encarecer el proyecto. En terrenos con pendiente, la técnica más común es adaptar el diseño en terrazas o escalones que se amolden a la inclinación natural. Se usan cimentaciones ancladas directamente a la roca y muros de contención para evitar deslizamientos. El resultado es una construcción que “se adapta” al terreno, no al revés.
  • Terrenos inundables o con agua subterránea: En zonas donde el nivel freático es alto o existe riesgo de inundaciones, las técnicas de construcción deben incluir impermeabilización y protección extra. Aquí, es común construir sobre pilotes o plataformas elevadas para evitar daños por humedad. Los materiales resistentes a la humedad son esenciales, así como un buen sistema de drenaje que aleje el agua del edificio.

No improvises a la hora de elegir la técnica constructiva; lo más inteligente es invertir en un buen estudio geotécnico que te dé información precisa sobre tu terreno. Además, siempre es fundamental consultar con profesionales especializados que puedan asesorarte según las características específicas del suelo. Piensa más allá del coste inicial y apuesta por soluciones que te garanticen seguridad y durabilidad a largo plazo. Y no olvides asegurarte de que los materiales y técnicas que elijas sean los más adecuados para el clima y las condiciones particulares de tu terreno, así evitarás problemas y reparaciones futuras.

La mejor técnica para construir depende de las características específicas de tu terreno. Entenderlo bien te ayudará a evitar problemas y a construir de forma segura y duradera. Antes de levantar cualquier muro, dedica tiempo a conocer tu suelo y elegir la técnica correcta.

 
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