Por eso, Santa Claus ya ha salido de su casita en Rovaniemi (Laponia), en el Círculo Polar Ártico para preparar el reparto. Acompañado esta vez solo por su reno Rudolph y con el trineo bien lleno de regalos.
Mientras unos están deseando que llegue el 24 de diciembre para descansar, Papá Noel se enfrenta al día del año que más trabajo tiene, el de Navidad. Y a una noche, la de Nochebuena, en la que tendrá que hacer horas extras para llegar a todos los puntos del planeta.
Papa Noel ha atravesado las llanuras nevadas entre árboles y lagos congelados, en la más absoluta soledad. Por eso no lleva mascarilla. Se la pondrá cuando entre en nuestras casas.
Porque este año además de esquivar a los ‘Grinch’ de turno y esperar a que los más pequeños de la casa se duerman, Papá Noel tiene que tener cuidado con el Covid-19. La sexta ola está golpeando de nuevo al mundo, aunque ya lo logró el año pasado.
Además, Santa Claus tranquiliza a las familias, puesto que entrará en las casas cumpliendo los protocolos Covid-19. Desinfectará los regalos y se echará gel hidroalcohólico antes de entrar y salir. Si veis que no se come o se bebe lo que le hayáis dejado, no os enfadéis.
Después de un año cerrada por el coronavirus, abre sus puertas en Laponia:
A principios de diciembre, Santa Claus volvió a abrir las puertas de su casa en Laponia a los niños, después de un año cerrada por la pandemia.
Allí Santa solo les ha pedido que mantengan las precauciones para no contagiarle y dejar a medio mundo sin regalos. «Les pedimos a los invitados que presenten el pasaporte Covid para poder participar en todas las actividades».
Durante estos meses, la Oficina de Correos de Papá Noel ha recibido millones de cartas de los niños de todo el mundo. Los elfos le han ayudado a leerlas y en casi todas ellas y en todos los idiomas, además de la lista de regalos y juguetes había un deseo: que se acabase la pandemia. Ojalá que se haga realidad.
¡Feliz Navidad a todos!
Fuente: NIUS.
