Te sientas frente a los apuntes. Han pasado treinta minutos y apenas recuerdas la primera línea. El móvil vibra, te acuerdas de que tenías que responder ese mensaje y de pronto estás mirando vídeos sin saber cómo llegaste ahí. ¿Te suena?
Concentrarse puede parecer una misión imposible, pero no lo es. No hace falta vivir en un templo budista ni tener poderes mágicos. Solo necesitas cambiar algunas costumbres que, sin darte cuenta, te están saboteando el estudio.
Crea un espacio que te ayude, no que te distraiga
Tu entorno no sólo importa, es clave. No necesitas una oficina de Pinterest, pero sí un lugar donde tu cerebro entienda que toca centrarse. Una mesa despejada, buena luz natural y sin trastos de por medio.
Evita estudiar en la cama (tu cuerpo cree que es hora de dormir) y, si puedes, apaga notificaciones. Como truco extra personaliza tu espacio. Una planta, un ambientador suave o incluso una playlist de música instrumental pueden hacer maravillas. En Spotify hay listas pensadas justo para esto: “Deep Focus”, por ejemplo, tiene más de 2 millones de seguidores por algo.
Estudia por bloques y dale a tu cerebro aire
Estar dos horas seguidas estudiando sin parar no es productividad, es tortura. El cerebro funciona mejor en intervalos cortos. Prueba con la técnica Pomodoro: 25 minutos de estudio intenso y 5 minutos de descanso. Y cada cuatro bloques, haz una pausa más larga.
Esto funciona porque reduce la fatiga mental y mantiene tu atención más estable. Es como hacer sprints en lugar de una maratón sin agua.
Adiós al multitasking
Estudiar mientras respondes mensajes, revisas Instagram y tienes la tele de fondo no es multitarea, es autoengaño. Cada cambio de foco hace que pierdas eficiencia, aunque creas que no.
Si estás con Física, céntrate solo en eso. Si te cuesta dejar el móvil usa apps como Forest o Focus To-Do que bloquean distracciones y te motivan visualmente mientras estudias. Es increíble cuánto rinde una hora sin interrupciones.
Come, duerme y bebe agua. Tu mente lo nota
Este consejo es simple pero poderoso: sin energía, no hay concentración. Saltarse comidas, abusar del café o dormir 4 horas por ver “un capítulo más” de tu serie favorita pasa factura.
Come bien, bebe agua y respeta tus horas de sueño. Según la Fundación del Sueño, los jóvenes que duermen al menos 7-8 horas retienen mejor la información y tienen más capacidad de atención sostenida.
Pon objetivos realistas
«Estudiar todo el tema 6» suena bien… pero es tan vago que te desconcentras antes de empezar. Cámbialo por algo más concreto: “voy a repasar las causas de la Segunda Guerra Mundial durante los próximos 30 minutos”.
Marcar metas claras y alcanzables no solo te da dirección, sino que también te genera sensación de logro. Y eso, aunque suene a cliché, te anima a seguir. Si además te das una pequeña recompensa tras cada sesión (una serie, un paseo, un trozo de chocolate), tu cerebro lo asocia con algo positivo.
Mejorar tu concentración no es cuestión de fuerza de voluntad, sino de estrategia. Ajusta tu entorno, organiza tu tiempo y cuida tu cuerpo. Pruébalo unos días y verás cómo tu mente deja de irse por las ramas y empieza a quedarse en lo que estás estudiando.