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Cómo mejorar tu postura paso a paso para evitar dolores de espalda

Vivimos pegados a una pantalla. Ya sea el portátil, el móvil o la tablet, pasamos el día encorvados, con el cuello adelantado y los hombros más caídos que después de una semana sin dormir. Lo peor es que muchas veces ni nos damos cuenta, hasta que la espalda empieza a quejarse: tensión en la zona lumbar, dolor entre los omóplatos o ese pinchazo molesto al final del día.

La buena noticia es que no hace falta convertirte en modelo de pilates para empezar a sentirte mejor. Mejorar tu postura es más fácil (y realista) de lo que parece. Solo necesitas observarte un poco más, hacer pequeños ajustes y mantener una mínima constancia. Vamos paso a paso.

Empieza por mirarte de verdad

No se trata de obsesionarse con estar “recto” todo el tiempo, sino de entender cómo estás ahora. Párate frente a un espejo de cuerpo entero o hazte una foto de perfil. Pregúntate: ¿Mi cabeza está adelantada respecto al cuerpo? ¿Los hombros están encorvados? ¿La curva de mi espalda parece exagerada?

Una mala postura no siempre es evidente, pero reconocerla es el primer paso para corregirla. Si puedes, pídele a alguien de confianza que te observe. A veces otra mirada capta cosas que tú pasas por alto.

Adapta tu entorno antes de culparte

No es solo tu cuerpo. Muchas veces, el problema está en el espacio que te rodea. Si trabajas desde una silla cualquiera o con el portátil en la cama, tu espalda está haciendo horas extra.

Invierte en una silla con buen respaldo (no tiene que ser la más cara, pero sí cómoda) y asegúrate de apoyar bien los pies en el suelo. La pantalla del ordenador debería estar a la altura de tus ojos. Si tienes que apilar un par de libros para subirla, adelante. Y ojo con el teclado: cuanto más bajo esté, menos sufrirán tus hombros.

Muévete cada cierto tiempo

Estar ocho horas sentado sin moverte es una tortura para tu columna. Pon una alarma o aprovecha cada cambio de tarea para levantarte, estirarte y moverte un poco. Tu cuerpo te lo agradecerá.

Un estiramiento útil y rápido: ponte de pie, entrelaza las manos detrás de la espalda, estira los brazos y abre el pecho. Lleva los hombros hacia atrás, respira hondo y mantén la posición unos segundos. Hazlo varias veces al día y notarás alivio.

Fortalece los músculos que te sostienen

Una buena postura depende menos de tener “espalda fuerte” y más de tener un core activo. Hablamos del abdomen, los glúteos y todos esos músculos que mantienen la columna estable.

No necesitas una rutina de gimnasio avanzada. Ejercicios sencillos como las planchas, el puente de glúteos o el clásico bird-dog son suficientes para empezar. Con 10 minutos al día, verás resultados en un par de semanas.

No busques la perfección, busca la conciencia

Nadie está erguido todo el día, ni falta que hace. La postura ideal es flexible, no rígida. Se adapta, se reajusta, se mueve contigo. Lo importante es que no mantengas una mala postura durante demasiado tiempo.

Puedes usar pequeños trucos para ayudarte: un post-it en la pantalla con la frase “recolócate”, una app que te avise si te encorvas o simplemente el hábito de hacer una mini pausa cada cierto tiempo. Si un día se te olvida, no pasa nada. La clave es volver a empezar, no rendirse.

Mejorar tu postura no es cuestión de disciplina militar ni de cambiar tu vida de un día para otro. Es un trabajo de fondo que empieza con prestar atención y hacer pequeños cambios sostenibles.

 
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