El epi y el vestuario laboral se han convertido en una norma que cualquier trabajador tiene que seguir si queremos hacer las cosas como deben ser. Si bien el uniforme siempre ha formado parte de nuestra indumentaria, con la crisis del coronavirus hemos sido más conscientes de por qué no podemos olvidarnos de él.
Protegiéndonos de cualquier infección, aquellos que desempeñan su función en el ámbito sanitario son los que deben tener algo más de cuidado. El “traje”, hecho con todo lo que necesitamos para que no pase nada, además de ajustarse perfectamente, también se le ha dado una vuelta con la aparición del covid-19.
Además, el uniforme laboral cuenta con una serie de aspectos positivos que no podemos dejar pasar:
- Identificador de la empresa: cualquier uniforme de trabajo nos habla de la función que desempeñamos o del sitio en el que estamos. Nos encontramos con una vestimenta que aparte de diferenciarnos del resto informa de la empresa.
- Espíritu de equipo: presentan armonía, dan calidad visual y se puede ver una cohesión entre los trabajadores.
- Diferenciación de la competencia: lo que ayuda a la empresa a destacar con su propia personalidad.
- Canal de publicidad: es el mejor canal de publicidad con los sellos de identidad y aportando una promoción continua de la empresa.
- Ropa adaptada al trabajo: nos protegemos de los posibles accidentes laborales.
Como vemos, el uniforme laboral ha cambiado nuestra manera de presentarnos en el puesto de trabajo, de decir al otro para qué empresa estamos desarrollando nuestra función y el tipo de interés que hay en sus empleados. Esto, que dice mucho del negocio, es lo primero que hay que tener en cuenta.
Fuente: Interempresas.
