Una investigación demuestra que el aceite de orujo de oliva podría resultar idóneo como protector frente al alzhéimer.
Se trata de un lípido, un aceite vegetal comestible que procede directamente del olivar. Por ello, después del aceite de oliva en cualquiera de sus variedades (aceite de oliva, aceite de oliva virgen, y aceite de oliva virgen extra), está considerado como el segundo más saludable del mercado.
Por un lado, en la elaboración del aceite de oliva se utiliza el zumo de la aceituna (que representa un 20% de la misma). Para el aceite de orujo se emplea el alperujo, el 80% restante. Esto incluye agua, la piel, el hueso y los restos que quedan después de que cada aceituna sea exprimida.
Según un estudio realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el aceite de orujo de oliva es ideal para freír por sus propiedades, duración y rentabilidad. Además, la investigación estudia su comportamiento en fritura y lo compara con los de girasol convencional y alto oleico, los habituales para cocinar en España.
La clave del aceite de orujo de oliva está en su composición
Su composición, rica en ácido oleico y en compuestos bioactivos exclusivos como el escualeno o el beta-sitosterol, le aportan propiedades únicas. Además, consiguen un efecto protector tanto del propio aceite, haciéndolo más duradero y estable, como en la salud. Los efectos son beneficiosos para prevenir el alzhéimer y, como demuestra el estudio, se obtienen frituras más saludables, crujientes y doradas.
«El aceite de orujo aguanta un número mayor de frituras, manteniendo su poder nutricional prácticamente intacto, que el de girasol. En este caso, su compuesto principal, el ácido linoleico, que es más susceptible de ser alterado», explica María Victoria Ruiz Méndez, investigadora del Instituto de la Grasa del CSIC.
Fuente: EFE