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Países pequeños sobresalen en la economía global: un estudio de innovación y resiliencia

Irlanda, Suiza, Dinamarca, Singapur: compitiendo con superpotencias.

En un mundo dominado por superpotencias económicas como China y Estados Unidos, la prosperidad no se limita solo a las naciones más grandes. Países pequeños como Irlanda, Suiza, Dinamarca, Singapur, y otros, están demostrando que el tamaño no es el único factor determinante en el éxito económico.

Innovación y prudencia: la fórmula del éxito

Un reciente informe del banco Credit Suisse destaca cómo estos países han logrado destacar en el índice de desarrollo humano de Naciones Unidas. La clave parece residir en una combinación de osadía y prudencia. La osadía para abrirse comercialmente al mundo, y la prudencia en la gestión económica para conservar margen de reacción ante posibles impactos negativos.

El informe introduce el indicador de resiliencia económica (IRE), que valora aspectos como la alta productividad, baja desigualdad, instituciones independientes, balanzas comerciales equilibradas, y control de precios. Países como Suiza, Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Países Bajos, Israel y Noruega obtienen altas calificaciones en este indicador.

La ventaja de la homogeneidad

La homogeneidad en la población es otra variable que contribuye al éxito de los países pequeños. Grandes naciones con notables diferencias entre regiones y grupos de población pueden encontrar más dificultades en la gobernabilidad. Sin embargo, la diversidad no es insalvable y puede tener efectos virtuosos, como el fomento de la innovación.

La competencia fiscal y el cambio de escenario

La estructura de impuestos bajos ha sido una estrategia de desarrollo en naciones como Suiza, Irlanda, Luxemburgo, Malta y Países Bajos. Pero este escenario podría cambiar con el acuerdo internacional liderado por la OCDE para establecer un tipo mínimo del 15% en impuestos corporativos a partir de 2024.

Además, el mundo parece encaminarse hacia un sistema de bloques, donde las naciones tendrán que alinearse con grandes potencias como China o Estados Unidos. Esto podría representar desafíos adicionales para los países pequeños, aunque su capacidad de adaptación y alerta podría ser una ventaja.

Caso de estudio: Irlanda

Irlanda es un ejemplo destacado de cómo un pequeño país puede transformarse. Con una política de población cualificada y bajos impuestos, ha atraído a gigantes corporativos como Intel, Microsoft, Apple y Google. La apertura comercial y la inversión en educación han sido claves en su desarrollo.

Los países pequeños están demostrando que pueden competir en la economía global a través de la innovación, la prudencia y la adaptación. A pesar de los desafíos que puedan surgir en el futuro, su éxito actual es un testimonio de que el tamaño no es el único determinante en la prosperidad económica. La combinación de políticas inteligentes, cohesión social y una visión a largo plazo puede llevar a estos países a nuevas alturas en el escenario mundial.

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